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El Confidencial: 'Enfant terrible' de Uber monta cocinas fantasma en pleno Madrid

Travis Kalanick

Uberización de la economía. Seguro que lo han escuchado alguna vez. Es un término que se puso de moda tras la expansión salvaje de aquella compañía de coches con conductor cuyo nombre todo el mundo conoce a estas alturas de la película. Detrás de la palabra viene a esconderse una ácida interpretación de esa filosofía de que las cosas mejor que tenerlas en propiedad, usarlas cuando haga falta. Aplicado al mundo laboral, cobra una connotación cuanto menos polémica: para qué tener una plantilla contratada con sus costes fijos si puedes montar un ejército de trabajadores ocasionales para usarlos cuando gustes. Aligerar de esta manera la 'carrocería' de la empresa supone una suerte de 'doping' que da ventaja frente a los actores tradicionales del mercado que se aspira a reventar, reseña Michael Mcloughlin en El Confidencial.

Esta agresiva forma de enfocar los negocios es indisoluble de la figura de su fundador, Travis Kalanick, el 'enfant terrible' de la última década en Silicon Valley. Arriana Huffington, fundadora de la cabecera que lleva su apellido, le definió como "brillante idiota". Su opinión no es baladí. Esta mujer recibió el encargo de pilotar la transición cuando el emprendedor fue expulsado de la compañía que él mismo levantó (llegó a ser la 'start-up' más valorada del mundo) por múltiples errores, entre ellos la cultura tóxica que propició su desmedida ambición. Una ambición cuyo principal trofeo de caza es el gremio del taxi, al que dejó en una situación maltrecha en medio mundo, tras ofrecer viajes tirados de precio y enganchar a los usuarios a su servicio.


Eso mismo es lo que pretende hacer ahora con CloudKitchens, una 'start up' de cocinas fantasma fundada en 2015: en un contexto de precarización, busca que la comida a domicilio sea tan barata que haya gente que esté dispuesta a dejar de ir a los restaurantes. De momento, es una empresa que principalmente se dedica al 'real estate', es decir, a adquirir propiedades para acondicionarlas y vivir de las rentas de alquilar locales a empresarios que estén pensando en montar un negocio para surtir para Glovo, Uber o Deliveroo. En resumen, una suerte de 'Wework', en donde en lugar de oficinas se alquilan fogones.


Este polémico emprendedor fundó la empresa en 2015, junto a dos amigos, Diego Berdakin y Sky Dayton. Dos años después, cuando vendió sus acciones de Uber tras ser destronado, desembolsó 150 millones de dólares para hacerse con más del 50% de la propiedad de la compañía y convertirse en la figura de referencia. A partir de ese momento, empezó una campaña de grandes fichajes pescando incluso empleados de alto nivel de Tesla y SpaceX. Eso sí, la tónica fue el secretismo. Según cuentan medios como The Information puso cláusulas de confidencialidad a los diferentes empleados, que incluso contenían prohibiciones de actualizar su puesto de trabajo en Linkedin. El principal inversor de este negocio es Arabia Saudi. La agencia pública de inversión que tiene el país de Oriente Medio le inyectó 400 millones hace trece meses, lo que según Bloomberg, hizo que la empresa fuese valorada en 5.000 millones.

Impulsada por ese capital, la compañía empezó ya el pasado curso una expansión que le llevó a comprar una 'start up' británica, FoodStars, que contaba con más cien 'dark kitchen' en todo Londres. Esa fue la primera parada de un viaje que en este año 2020 le ha llevado a entrar en España. En el mercado patrio y otros países europeos actúa a través de una subsidiaria llamada Cooklane, que ha dejado el anonimato después de que varias comunidades de vecinos se hayan rebelado contra la instalación de una colmena de 38 cocinas fantasma en el patio de su manzana en el madrileño barrio de Prosperidad.

La obra cuenta con el visto bueno de Urbanismo, que les llegó a paralizar las obras y exigirles que solicitasen una licencia de obra en lugar de la declaración responsable con la que estaba trabajando. No es la primera que montan. Tienen una ya operativa en el Distrito de Tetuán y ya anuncian en diferentes portales otra instalación en Barcelona.

La pista que conduce a Kalanick en España es una sociedad llamada Canillas Comercial Services SL, que es a la que se le concedió dicho permiso administrativo para arrancar las obras. El representante de la empresa es Alan Francis Honan, un directivo con experiencia en el sector de la restauración, con varios años de experiencia en AmRest, donde dirigió franquicias como KFC, La Tagliatella o Pizza Hut, entre otras.

Honan también figura como administrador solidario en New Logistic & Industrial Services, sociedad de la que cuelga Cooklane. Según el registro, los otros administradores de esta sociedad limitada son Jan-Philip Wesenberg, ex directivo de Uber y Uber Eats; y Michael Colburn Goff. Colburn Goff aparece en el registro mercantil británico nombrado en 2018 como director de FoodStars, el competidor que adquirió Travis Kallanick para su expansión en Reino Unido, donde figura como "persona con un control significativo". Ambos también aparecen como supervisor y director, respectivamente, de Jike Alliance. Kalanick adquirió esa empresa radicada en Shanghái a principios de 2019, junto a otras cinco compañías que se dedicaban al alquiler de cocinas en Pekín, como forma de entrar al mercado chino, una cuenta pendiente, ya que fracasó cuando lo intentó con Uber.

El círculo se cierra de nuevo con Wesenberg y Honan, que comparten la administración solidaria de otra empresa más: Otter Operations SL, que comparte sede social con New Logistic & Industrial Services y Canillas Comercial Services SL. 'Otter', por cierto, es el nombre del 'software' de gestión de pedidos y comandas que ha creado Kalanick y Cloud Kitchen. Este programa, integrado en las cocinas fantasma que alquilan, permite, entre otras cosas, conectarse con las principales plataformas de 'delivery'. También se comercializa a terceros y en su página anuncian que cadenas como Subway o KFC utilizan esta solución. Es más, esta plataforma, señalan algunos medios,

Softbank ha invertido en la competencia de CloudKitchens

La llegada a España de la compañía ha sorprendido a propios y extraños. "Ya había gente metida en este tema antes de la crisis del covid, pero estos han llegado con una estrategia muy agresiva. Demasiado". Esto lo comentaba un buen conocedor de la industria cuando se le explicaban los pormenores de este proyecto que está cobrando forma en Prosperidad.

Estas cocinas se alquilan, según los diversos anuncios en portales inmobiliarios, a 2.500 euros al mes. Haciendo una previsión conservadora y teniendo una ganancia media de 10 euros, explican fuentes del sector, hay que hacer 250 pedidos por lo menos para cubrir los costes solo de dicha renta. "Contando un día de descanso semana, hay que hacer al menos 10 diarios para cubrir". A eso hay que añadirle el coste del personal, así que fácilmente uno se puede ir a los 15 pedidos. Si multiplicamos esa cantidad por el número total de cocinas la cuenta sale a 570 pedidos diarios solo para amortizar la inversión. "Eso es una locura para el edificio".

¿Por qué no llevárselo a un local industrial? Aquí juega un papel fundamental la distancia. Aunque las aplicaciones de reparto estén disponibles en toda la ciudad esto no significa que se pueda pedir a todos los restaurantes que trabajan con la 'app'. El motivo no es otro que la comida cumpla unos estándares de calidad mínimos, especialmente en temas de temperatura. Eso les obliga a manejar un máximo de kilómetros máximos a la redonda.

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