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Desmitifican creencias sobre el narcotráfico en México


Durante mucho tiempo, en la cultura popular y en los discursos públicos se han repetido conceptos erróneos en torno al tráfico de drogas en México. Un libro publicado recientemente, The Dope: The Real History of the Mexican Drug Trade, busca confrontar estas ideas, reseña Katie Jones en InSight Crime.

El libro reconstruye la historia del tráfico de drogas en México desde principios del siglo XX hasta la actualidad, exponiendo diversas historias de narcotraficantes y funcionarios estadounidenses con el fin de derribar los mitos que lo rodean. InSight Crime habló con el autor de The Dope, Benjamin T. Smith, especialista en historia moderna de México y profesor de la Universidad de Warwick, con el fin de dilucidar las percepciones erróneas de este tráfico y discutir los cambios en su dinámica durante el siglo pasado.

* La transcripción de esta entrevista fue editada para mayor brevedad y claridad.

InSight Crime (IC): El libro pretende rebatir una serie de mitos en torno a la historia del narcotráfico en México. ¿Cuáles son las principales percepciones erróneas sobre este tráfico hoy en día y cómo intenta rebatirlas?

Benjamin T. Smith (BTS): Uno de esos mitos es que los policías son vistos como figuras nobles, moralmente superiores, que actúan de manera no violenta, ortodoxa y legal. Por su parte, los narcotraficantes son vistos como seres de una inmoralidad extrema, completamente separados del resto de la sociedad. Se considera que provienen de otras áreas del crimen organizado, que son inherentemente violentos y que utilizan la violencia de manera casi patológica.

Todas estas cosas están incorporadas en el "mito de la guerra contra las drogas". Justifican la violencia por parte de la policía, la cual supuestamente "solo dispara cuando le disparan". Cualquiera que haya estudiado el tema sabe que esto es completamente falso.

Por otro lado, un vasto y amorfo sector de la sociedad del continente americano, que simplemente cultiva marihuana para sobrevivir, es demonizado.

La gran mayoría de las personas involucradas en el tráfico de drogas que aparecen en el libro son agricultores, comerciantes y padres de familia. No son muy competitivos entre sí. Suelen ser compadres; están unidos por el matrimonio y la amistad. La violencia suele ser generada por el Estado que arremete contra ellos.

Otro elemento importante que descubrí es que hay una diferencia entre dos cosas que tendemos a confundir. El tráfico consiste en cultivar marihuana, empacarla y transportarla hasta la persona que la compra. Es una interacción comercial. Es relativamente simple y no violenta.

Sin embargo, hay algo más: una red de protección. Desde la década de 1910, el Estado mexicano y las fuerzas policiales locales, en su mayor parte, pero también las fuerzas policiales federales, les han cobrado a los narcotraficantes cierta cantidad de dinero para no imponer la ley. Eso es lo que causa la violencia.

IC: Usted señala que, hasta la década de 1970, las redes de protección vinculadas al tráfico de drogas estaban controladas en gran medida por los gobiernos estatales y conformadas por miembros de la policía estatal. Luego, entre las décadas de 1970 y 1990, las instituciones nacionales tomaron el control, antes de que los propios narcotraficantes lo hicieran. ¿Cuáles han sido las consecuencias de estos cambios?

BTS: En términos generales, la violencia. En primer lugar [quienes dirigen las redes de protección] tienen que persuadir a los narcotraficantes para que paguen. Algunos traficantes son relativamente reticentes a renunciar a un tercio de su producto. Entonces ellos disparan o simplemente no pagan. Así que [quienes dirigen las redes de protección] van tras ellos, los amenazan, y a menudo los torturan. Eso es lo que hicieron los policías federales en la década de 1970.

Las personas que han tomado la dirección de las redes de protección de las drogas no solo han tenido que vérselas con los narcotraficantes, sino que también han tenido que eliminar a las redes de protección previas. Muchos de los asesinatos que estudié y rastreé en la década de los setenta en México, que a menudo eran completamente inexplicables, eran de policías federales que mataban a policías estatales por alguien que controlaba la red local de protección de drogas, o bien de prostitución, tala ilegal, trata de personas o robo de automóviles.

IC: Su libro analiza diferentes formas de corrupción que apoyan el tráfico a través de la frontera entre Estados Unidos y México. ¿Cómo ha evolucionado esta corrupción junto con el creciente tráfico de drogas?

BTS: No estoy seguro de si ‘corrupción’ sea un término lo suficientemente útil. Corrupción significa tomar dinero público y usarlo para el bien privado. Muchos gobernantes hacen esto en México. Esa es la corrupción clásica.

Lo que sucede en el tráfico de drogas es un poco diferente. No va necesariamente en contra de las instituciones del Estado. Los jefes de policía dicen: "No le voy a aplicar esta ley de drogas, puede traficar sus productos. Deme el 20 o el 30 por ciento de sus ganancias". Muchos de ellos usan el dinero por razones de Estado: para conseguir armas, chalecos antibalas y uniformes, para emplear a más de una veintena de policías. Esta "corrupción" sirve para la construcción del Estado. Es un dinero que no va necesariamente a cuentas bancarias privadas.

Por ejemplo, Genaro García Luna [secretario de Seguridad Pública de México entre 2006 y 2012] está siendo juzgado en Estados Unidos, acusado de corrupción a gran escala. No tengo idea de si tomó dinero del Cartel de Sinaloa y lo puso en sus cuentas bancarias privadas. Lo que sí sé es que aumentó masivamente el número de policías federales en México. Se pasó de 6.000 policías federales a unos 37.000 en un período de seis años. Lo que supongo es que él usó dinero del Cartel de Sinaloa para mejorar el Estado.

Una cosa que encontré y que me pareció sorprendente fue lo corruptas que eran la Administración para el Control de Drogas (Drug Enforcement Administration, DEA), la Oficina de Aduanas y la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas (Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs, BNDD) en la década de los setenta, y cómo esto se olvidó completamente. Confieso que no conozco la situación actual. Pero es claro que, durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, estos grupos eran institucionalmente corruptos y quizá dirigieron redes de protección.

Algunas personas de la Oficina Federal de Narcóticos (Federal Bureau of Narcotics, FBN), que era dirigida por Harry J. Anslinger, dijeron, según algunos medios, que entre un tercio y la mitad de sus agentes estaban en la nómina de la "Conexión Francesa", una gran red de tráfico de heroína. México estaría orgulloso de un nivel de corrupción similar.

IC: Usted habló con exagentes de la DEA y con figuras del hampa. ¿Cuáles son los principales mitos que estos grupos siguieron creyendo?

BTS: Los traficantes estadounidenses seguían creyendo en general que los traficantes hippies [estadounidenses] eran inocentes, que nunca hacían nada violento y que eran nobles empresarios. Se creyeron el "mito narco" de que tan pronto como se pasaba la frontera todo era peligroso y todo el mundo era intrínsecamente violento, lo que me pareció bastante interesante porque muchos documentos parecen indicar que fueron precisamente los estadounidenses quienes llevaron las armas y parte de la violencia a México.

InSight Crime (IC): El libro pretende rebatir una serie de mitos en torno a la historia del narcotráfico en México. ¿Cuáles son las principales percepciones erróneas sobre este tráfico hoy en día y cómo intenta rebatirlas?

Benjamin T. Smith (BTS): Uno de esos mitos es que los policías son vistos como figuras nobles, moralmente superiores, que actúan de manera no violenta, ortodoxa y legal. Por su parte, los narcotraficantes son vistos como seres de una inmoralidad extrema, completamente separados del resto de la sociedad. Se considera que provienen de otras áreas del crimen organizado, que son inherentemente violentos y que utilizan la violencia de manera casi patológica.

Todas estas cosas están incorporadas en el "mito de la guerra contra las drogas". Justifican la violencia por parte de la policía, la cual supuestamente "solo dispara cuando le disparan". Cualquiera que haya estudiado el tema sabe que esto es completamente falso.

Por otro lado, un vasto y amorfo sector de la sociedad del continente americano, que simplemente cultiva marihuana para sobrevivir, es demonizado.

La gran mayoría de las personas involucradas en el tráfico de drogas que aparecen en el libro son agricultores, comerciantes y padres de familia. No son muy competitivos entre sí. Suelen ser compadres; están unidos por el matrimonio y la amistad. La violencia suele ser generada por el Estado que arremete contra ellos.

Otro elemento importante que descubrí es que hay una diferencia entre dos cosas que tendemos a confundir. El tráfico consiste en cultivar marihuana, empacarla y transportarla hasta la persona que la compra. Es una interacción comercial. Es relativamente simple y no violenta.

Sin embargo, hay algo más: una red de protección. Desde la década de 1910, el Estado mexicano y las fuerzas policiales locales, en su mayor parte, pero también las fuerzas policiales federales, les han cobrado a los narcotraficantes cierta cantidad de dinero para no imponer la ley. Eso es lo que causa la violencia.

IC: Usted señala que, hasta la década de 1970, las redes de protección vinculadas al tráfico de drogas estaban controladas en gran medida por los gobiernos estatales y conformadas por miembros de la policía estatal. Luego, entre las décadas de 1970 y 1990, las instituciones nacionales tomaron el control, antes de que los propios narcotraficantes lo hicieran. ¿Cuáles han sido las consecuencias de estos cambios?

BTS: En términos generales, la violencia. En primer lugar [quienes dirigen las redes de protección] tienen que persuadir a los narcotraficantes para que paguen. Algunos traficantes son relativamente reticentes a renunciar a un tercio de su producto. Entonces ellos disparan o simplemente no pagan. Así que [quienes dirigen las redes de protección] van tras ellos, los amenazan, y a menudo los torturan. Eso es lo que hicieron los policías federales en la década de 1970.

Las personas que han tomado la dirección de las redes de protección de las drogas no solo han tenido que vérselas con los narcotraficantes, sino que también han tenido que eliminar a las redes de protección previas. Muchos de los asesinatos que estudié y rastreé en la década de los setenta en México, que a menudo eran completamente inexplicables, eran de policías federales que mataban a policías estatales por alguien que controlaba la red local de protección de drogas, o bien de prostitución, tala ilegal, trata de personas o robo de automóviles.

IC: Su libro analiza diferentes formas de corrupción que apoyan el tráfico a través de la frontera entre Estados Unidos y México. ¿Cómo ha evolucionado esta corrupción junto con el creciente tráfico de drogas?

BTS: No estoy seguro de si ‘corrupción’ sea un término lo suficientemente útil. Corrupción significa tomar dinero público y usarlo para el bien privado. Muchos gobernantes hacen esto en México. Esa es la corrupción clásica.

Lo que sucede en el tráfico de drogas es un poco diferente. No va necesariamente en contra de las instituciones del Estado. Los jefes de policía dicen: "No le voy a aplicar esta ley de drogas, puede traficar sus productos. Deme el 20 o el 30 por ciento de sus ganancias". Muchos de ellos usan el dinero por razones de Estado: para conseguir armas, chalecos antibalas y uniformes, para emplear a más de una veintena de policías. Esta "corrupción" sirve para la construcción del Estado. Es un dinero que no va necesariamente a cuentas bancarias privadas.

Por ejemplo, Genaro García Luna [secretario de Seguridad Pública de México entre 2006 y 2012] está siendo juzgado en Estados Unidos, acusado de corrupción a gran escala. No tengo idea de si tomó dinero del Cartel de Sinaloa y lo puso en sus cuentas bancarias privadas. Lo que sí sé es que aumentó masivamente el número de policías federales en México. Se pasó de 6.000 policías federales a unos 37.000 en un período de seis años. Lo que supongo es que él usó dinero del Cartel de Sinaloa para mejorar el Estado.

Una cosa que encontré y que me pareció sorprendente fue lo corruptas que eran la Administración para el Control de Drogas (Drug Enforcement Administration, DEA), la Oficina de Aduanas y la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas (Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs, BNDD) en la década de los setenta, y cómo esto se olvidó completamente. Confieso que no conozco la situación actual. Pero es claro que, durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, estos grupos eran institucionalmente corruptos y quizá dirigieron redes de protección.

Algunas personas de la Oficina Federal de Narcóticos (Federal Bureau of Narcotics, FBN), que era dirigida por Harry J. Anslinger, dijeron, según algunos medios, que entre un tercio y la mitad de sus agentes estaban en la nómina de la "Conexión Francesa", una gran red de tráfico de heroína. México estaría orgulloso de un nivel de corrupción similar.

IC: Usted habló con exagentes de la DEA y con figuras del hampa. ¿Cuáles son los principales mitos que estos grupos siguieron creyendo?

BTS: Los traficantes estadounidenses seguían creyendo en general que los traficantes hippies [estadounidenses] eran inocentes, que nunca hacían nada violento y que eran nobles empresarios. Se creyeron el "mito narco" de que tan pronto como se pasaba la frontera todo era peligroso y todo el mundo era intrínsecamente violento, lo que me pareció bastante interesante porque muchos documentos parecen indicar que fueron precisamente los estadounidenses quienes llevaron las armas y parte de la violencia a México.

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