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López Obrador mantiene la mayoría en el Congreso de México pero recibe un llamado de atención del pueblo mexicano


La primera vez en su vida que Alberto Flores tuvo enfrente una papeleta electoral marcó el nombre de Andrés Manuel López Obrador por una lógica sencilla que, en 2018, siguieron millones de mexicanos: “Quise darle una oportunidad”. El populista de izquierda, en su tercer intento por alcanzar la presidencia, no le inspiraba la misma desconfianza que los partidos que ya habían estado en el poder, reseñó Alejandro Hernández en El Confidencial.

Han pasado dos años y medio, y Alberto está desencantado. El lanzamiento de la Guardia Nacional —un cuerpo que, para sus críticos, supone la militarización de la seguridad mexicana—, la errática gestión de la pandemia y las críticas que escuchó de varios familiares que trabajan para la Administración lo desanimaron a votar por Morena, el partido del presidente, en las elecciones intermedias del pasado 6 de junio.

“Me costó mucho no darles mi voto”, admite este estudiante de Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México. Aunque no coincide ideológicamente con la derecha, decidió votar por Partido Acción Nacional (PAN) para impulsarlos al Congreso federal y poner coto al poder oficialista. “Para mandar un aviso”, dice. “Que se pongan las pilas”.

En la noche de las pasadas elecciones intermedias en México, analistas en los noticieros nocturnos se arrebataban la palabra para decir nada: que Morena se había consolidado como primera fuerza en el país; que le había ido bien, pero no tan bien; que la oposición realmente había salido fortalecida... En esta lucha de contradicciones, todos tenían un poco de razón. No fueron el golpe contundente contra el Gobierno de López Obrador que la oposición hubiese querido. Son justo eso: un aviso. AMLO —como se conoce al presidente por las siglas de su nombre— enfrenta un resultado complejo.

Por un lado, el oficialismo logró con sus aliados mantener la mayoría del Congreso y su partido tuvo avances significativos a nivel local. Para un Gobierno que se sitúa en el cuarto lugar mundial en muertes por coronavirus, con el desgaste económico de la pandemia y cifras récord de homicidios, Morena tuvo un desempeño notable, coinciden analistas.

Pero al mismo tiempo, el proyecto de AMLO recibió un duro golpe al perder la mitad de las alcaldías en la capital del país, histórico bastión de la izquierda donde labró su carrera política. Además, el voto de castigo en su contra a nivel federal supone perder la 'supermayoría' necesaria para realizar reformas estructurales. Ahora, cualquier cambio de calado tendrá que ser negociado con partidos de la alianza opositora, Va por México, compuesta por el PAN, el históricamente dominante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

A la mañana siguiente de las elecciones, el presidente López Obrador lucía sonriente y bromista. “Pueden imaginarse que estoy feliz, feliz, feliz", dijo durante su conferencia de prensa diaria. El mandatario presumió de que había mantenido la mayoría en la Cámara Baja, lo que le permite aprobar el presupuesto sin trabas. Sin embargo, la bancada de Morena y sus aliados se redujo considerablemente, pasando de 332 a 280 escaños, y se alejaron de la mayoría necesaria para el mandatario si quiere impulsar una reforma fiscal o electoral de gran calado en los tres años que le quedan en el cargo.

“El presidente es un mago de las trampas y tiene que mostrar que está muy contento”, explica Rogelio Hernández, investigador del Colegio de México especializado en el sistema político del país. "En el fondo, sabe perfectamente que va a tener serias dificultades para poder actuar de la manera en que estaba actuando”, agrega.

Algunos de los objetivos políticos del presidente, quien critica constantemente a organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral o la legislación en materia energética, quedan fuera de su alcance al estar sujetos a un cambio constitucional.

Los simpatizantes de Morena han hecho hincapié en que no se puede perder lo que nunca se tuvo. La mayoría calificada en la Cámara Baja —que equivale a dos terceras partes de los 500 diputados y permite la aprobación de reformas constitucionales— fue algo que el partido del presidente construyó mediante negociaciones políticas después de las elecciones de 2018. Se alió con el Partido Verde Ecologista de México, pese a que había formado parte de una coalición en su contra, y pactó que diputados de este y otros partidos se cambiaran a Morena. En esta ocasión, eso no será suficiente.

"Los resultados están mostrando que ya no va a tener el poder directo que antes tenía en el Congreso de la Unión. Va a tener que negociar", advierte Hernández.

Sin embargo, a nivel nacional, el 'obradorismo' quedó muy lejos del fracaso tras hacerse con 11 de las 15 gubernaturas en disputa. “Mientras a nivel federal Morena fue contenida, a nivel local sí tuvo un crecimiento considerable con respecto a 2018”, apunta Sergio Bárcena, investigador del Instituto Tecnológico de Monterrey.

“Se estima que tenga mayoría en más de la mitad de los congresos locales, que los gobernadores entren con mayorías en sus congresos y que obtenga una nueva franja de influencia geográfica en el noreste del país”, enumera. “En adelante, Morena es un partido político nacional más allá de la figura de López Obrador y eso es lo que importaba mucho conocer: saber si no estando López Obrador compitiendo Morena iba a tener vida en sí misma. Y ya vimos que sí”.

Donde sí hubo repudio contra el presidente fue en la capital del país, su simbólica cuna política.

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