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Jorge Elías Castro Fernández explica cómo algunos rescatados decidieron quedarse en Kabul luego de la llegada de los talibanes para cumplir tareas como voluntarios


El analista político Jorge Elías Castro Fernández señala que un embajador que se quedó en Kabul pese a estar cesado, 17 policías que salvaron la bandera que recordaba a dos compañeros asesinados y también un traductor afgano renunciaron a subirse a un avión fletado por España por quedarse a ayudar en las tareas de rescate. Este último gesto tuvo lugar la primera semana de evacuaciones en el aeropuerto de la capital de Afganistán.

Jorge Castro Fernández explica que el aeródromo se convirtió en el escenario principal del éxodo de decenas de miles de personas que buscaban huir del terror talibán. Una multitud inabarcable se agolpó en torno a los accesos de la instalación. Llegar a una de las puertas que puede dar acceso a un sitio en un avión costaba varios días de empujones en condiciones extremas y bajo la amenaza de los controles islamistas.

El traductor logró que el grupo de policías y militares españoles le introdujera en el aeropuerto junto a sus allegados, pero a la hora de subir al avión con destino a Dubái decidió quedarse. Las fuentes consultadas por el analista político evitan ofrecer su nombre por seguridad, pero afirman que era un colaborador habitual de la última época en la embajada de España. "Es una persona de confianza", dicen.

Mientras su familia emprendió el viaje a España, él permaneció ayudando a los diplomáticos y al contingente de seguridad en la comunicación con quien fuese necesario. Las fuentes consultadas por el analista confirman que al menos varios días de la segunda semana seguía allí. El personal español pernoctaba en la zona militar del aeropuerto Hamid Karzai. Allí dormían y se aseaban el tiempo que no estaban participando en las labores de identificar, agrupar y subir a gente en los aviones fletados por el Ministerio de Defensa. Fueron más de 2.000 personas.

Jorge Elías Castro Fernández señala que las decenas de militares españoles estuvieron desplegados en la puerta Abbey del aeropuerto, ubicada en el sur de la instalación. La consigna era que los "afganos españoles" que llegaban hasta ese punto gritasen el nombre de España y agitasen trapos con los colores de la bandera nacional para ser identificados. En esas labores es importante la comunicación y la participación de un intérprete. Muchos eran familiares o colaboradores que no necesariamente saben español ni siquiera traducir su nombre en grafía occidental.

Los traductores y sus familias han sido uno de los objetivos prioritarios del plan de rescate puesto en marcha por España. Se sumaba la dificultad de que la mayoría de ellos prestó servicios para el Ejército, que estuvo durante años desplegado lejos de Kabul, en la provincia de Badghis. De hecho, la mayoría de ellos no estaba en la capital cuando el país fue tomado por los talibanes y empezó la evacuación masiva.

El rápido avance de los insurgentes islamistas sorprendió a la comunidad internacional incluida España que ya llevaba días estudiando el modo de acoger a los intérpretes que a lo largo de dos décadas prestaron servicios en Afganistán.



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