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Crece la preocupación en Países Bajos ante las amenazas del narcotráfico a funcionarios


“Con los nombres pasa como con los hijos, no los puedes controlar, no te pertenecen”, suspira el escritor y periodista neerlandés Wouter Laumans.

Su criatura se llama Mocro mafia y lo concibió como título para su libro, la historia de una banda de atracadores de joyerías que acabó controlando gran parte del tráfico de cocaína en Amsterdam. En neerlandés, Mocro suena como Marruecos. Así es como se llama a los hijos de los inmigrantes de este país, chavales como los protagonistas de la novela, basada en hechos reales, reseñó Beatriz Navarro en La Vanguardia.

El libro triunfó. Y el nombre también, aunque para desesperación de Laumans ahora se usa de manera genérica para definir a las diferentes bandas de narcotráfico que operan en los Países Bajos a pesar de que los marroquíes –o sus descendientes– no son los únicos implicados en este lucrativo comercio que en los últimos años ha provocado un nivel de violencia sin precedentes en este país.

“Hasta el primer ministro Mark Rutte lo usa. Alguna vez ha dicho que tenemos un problema con la mocro mafia ”. En funciones desde marzo, Rutte es supuestamente la última figura amenazada por estas bandas. Según varios medios de comunicación se ha detectado la presencia de vigías que podrían estar recopilando información para atacarlo o secuestrarlo.

La policía no ha concretado oficialmente el origen de la amenaza pero no se ha arriesgado a no tomársela en serio y el lunes reforzó la seguridad del político, a quien es frecuente encontrarse a pie o en bicicleta en La Haya. La alerta llega en un momento delicado.

Desde marzo, en el búnker del Tribunal de Justicia de Amsterdam se celebra uno de los mayores juicios por tráfico de drogas de la historia , el caso Marengo. Las medidas de seguridad no tienen precedentes. Hay varios jueces, abogados, funcionarios y periodistas bajo protección policial. El principal acusado es Ridouan Taghi, jefe de la mayor banda de tráfico de cocaína en Amsterdam desde el 2015. Sus métodos son ultra violentos y evocan a los de los narcos mexicanos. Considerado enemigo número uno del país, en el 2019 fue detenido en Dubái y extraditado. Su lugarteniente fue arrestado después en Medellín.

Ahora Taghi se sienta en el banquillo junto con 16 colaboradores, acusados entre otros delitos de nueve asesinatos, entre ellos el del hermano del principal testigo del caso, su abogado, Derk Wiersum, y, finalmente, su portavoz, el periodista Pieter De Vriest, en julio, tiroteado en Amsterdam cuando salía de un estudio de televisión.

“El nivel de alerta ha aumentado a raíz de estos asesinatos pero algunos llevamos desde el 2013 advirtiendo de que la violencia de los bajos fondos estaba saliendo a la superficie”, afirma Laumans, especialista en crimen organizado y periodista del diario Paroo l . “El fenómeno tiene naturaleza transnacional. Sería un error verlo como un problema neerlandés. Si un día Rotterdam falla, se irán en Algeciras, Cádiz o Le Havre”.

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