HABLE.SE

HABLE.SE

Europa nuevamente aquejada por la Covid-19


Los datos del covid han marcado récords en Alemania esta semana, superando los 50.000 nuevos casos diarios, lo que no había ocurrido en toda la pandemia. El número de muertes también ha ido creciendo, hasta llegar a las 235 en una sola jornada, y la incidencia acumulada, que allí se mide a siete días, alcanzó los 263,7 casos por 100.000 habitantes este viernes. Las autoridades ya están planteando nuevas medidas, como recuperar los test de antígenos gratuitos, y sobre todo hacen un llamamiento a la población no vacunada. Por el momento, el 67,3% de los ciudadanos tiene la pauta completa.

En general, la situación del continente no es nada halagüeña. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que Europa acumula en estos momentos la mitad de los casos de covid del mundo y que solo la semana pasada sumó dos millones, una cifra no registrada hasta ahora. Si la tendencia se mantiene, el invierno puede ser muy duro. El director regional de la OMS para Europa, Hans Kluge, ha advertido de que los países europeos podrían sumar medio millón de fallecidos desde ahora hasta febrero de 2022.

Por eso, en muchos lugares vuelven las medidas duras. Países Bajos estrena este fin de semana una medida inédita desde hace meses: cerrar bares, restaurantes y comercios no esenciales a las siete de la tarde. Aun así, en general la situación es bastante peor en los países del este, con una cobertura vacunal bastante limitada, de forma que las infecciones se siguen traduciendo en colapsos hospitalarios. En estos días, Rumanía ha llegado a superar las 600 muertes en menos de 24 horas, reseñó José Pichel en El Confidencial.

Frente a estas cifras, España parece un oasis de tranquilidad. Si en muchos momentos de la pandemia nos hemos fustigado por estar entre los peores, ahora la situación es la contraria. La incidencia acumulada a 14 días es de 71,50 casos por 100.000 habitantes, según los datos de este viernes. No obstante, la subida desde hace tres semanas es lenta pero continuada. ¿Qué está pasando? ¿Lo estamos haciendo mejor que nuestros vecinos o, simplemente, estamos en otra fase? ¿Nos veremos arrastrados por la tendencia europea?

La cobertura vacunal puede estar siendo clave, según los expertos. Aunque las cifras de vacunados en lugares como Alemania no son tan malas, ninguno de las grandes países europeos llega al nivel de España, que ha vacunado al 80,4% de su población con al menos una dosis. Si solo tenemos en cuenta la población diana (es decir, todos los que pueden ser vacunados, descartando a los menores de 12 años), se llega al 90,6% (un 88,9% con la pauta completa). En este sentido, “tenemos una ventaja comparativa”, afirma en declaraciones a Teknautas Quique Bassat, epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). En su opinión, a estas alturas, “esa distancia del 10% o del 15% marca una diferencia enorme”. Y mucho más con respecto a los países del este, donde la desconfianza en las vacunas es generalizada: Bulgaria ni siquiera ha llegado al 30%. “Tenemos una Europa a dos velocidades”.

Aunque las vacunas no cortan por completo la transmisión (de hecho, su objetivo es evitar la enfermedad grave, no el contagio), también están teniendo un efecto importante en este sentido. Dicho de otra forma, “no te hacen invulnerable, pero disminuyen el riesgo, a los vacunados les cuesta más infectarse”, comenta Bassat. Para ilustrar este argumento, pone un ejemplo gráfico: “Si en un espacio cerrado tenemos 100 vacunados y entra un positivo, el contagio va a ser mucho menor que si en esa misma situación tuviéramos a 100 personas sin vacunar”.

“Nos podemos contagiar todos, porque las cadenas de transmisión siguen corriendo a pesar de las vacunas, pero los vacunados nos contagiamos menos”, coincide Salvador Peiró, especialista en medicina preventiva y salud pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio). Según explica, la protección frente a la infección ha ido disminuyendo desde los primeros estudios, principalmente por factores como la mayor contagiosidad de la variante delta y el paso del tiempo, que al parecer no tendría incidencia en la protección frente a la enfermedad grave, pero sí en relación a la posibilidad de infectarse. “Habríamos pasado de una protección inicial de entre el 80% y el 90% a una entre el 35% y el 50%”, apunta, lo que sigue siendo una gran ayuda para frenar la transmisión comunitaria.

En cualquier caso, lo más importante es que las vacunas no pierden eficacia frente al riesgo de hospitalización, ingreso en la UCI y muerte. “La mayoría de los contagios son leves, así que se mantienen vacíos los hospitales”, destaca Peiró. De hecho, en otros países como Alemania los ingresos tampoco se han disparado a pesar de la nueva ola, pero, lógicamente, “si hay muchos contagios, al final algunos acaban siendo graves”, señala el epidemiólogo.

Los expertos creen que las medidas de prevención, aunque ya apenas hay restricciones, también están siendo determinantes para marcar diferencias. En España, una gran parte de la población mantiene la mascarilla por la calle a pesar de que hace meses que dejó de ser obligatoria. Es dudoso que esta costumbre tenga una relevancia importante en los datos, teniendo en cuenta que al aire libre es mucho menos probable que se produzcan contagios. Sin embargo, nuestro país mantiene la obligatoriedad de su uso en interiores, en contra de lo que han hecho otros. Por ejemplo, el Reino Unido tiene una buena cobertura vacunal, pero levantó todas las restricciones el 19 de julio, incluida la obligación de taparse la boca en lugares cerrados, y ha tenido una incidencia bastante alta.

Según Bassat, “aún no estamos para discutir la eliminación de la mascarilla en interiores”. Aunque es habitual —y hasta paradójico si se compara con lo que sucede en la calle— ver cómo en bares y restaurantes españoles su uso es mínimo (es necesario quitársela para comer y beber), el epidemiólogo del ISGlobal considera que esta medida sigue siendo muy útil. “Podemos discutir si llevamos la mascarilla bien o mal, pero siempre será mejor que no llevarla. Además, aunque la mayoría se la quite en la hostelería, la tenemos puesta en los cines, los teatros o los estadios”, apunta. En este sentido, Peiró considera que “hay que seguir haciendo mucho hincapié en la importancia de los espacios interiores, porque un solo contagiado puede transmitir el virus a mucha gente, así que tenemos que mantener tanto la mascarilla como la ventilación, aunque nos moleste pasar frío”.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que España y el resto de Europa casi siempre han ido desacopladas en las diferentes olas pandémicas. “Nosotros tuvimos una ola muy fuerte en verano y ellos lo pasaron bastante tranquilos”, señala. Así que los datos actuales en Europa se podrían interpretar como un retraso de la ola que ya sufrió España, con la agravante de que sus tasas de vacunación son inferiores y que la llegada del frío hace que aumenten las actividades en interiores. En cualquier caso, como ha sucedido a lo largo de toda la pandemia, “depende mucho de los comportamientos de cada sociedad”.

Siga leyendo en El Confidencial



Publicar un comentario

0 Comentarios