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Revelan detalles desconocidos de la investigación sobre el asalto en 2019 a la embajada de Corea del Norte en Madrid


No. ¿Yo por qué iba a querer abandonar mi país? ¿Qué necesidad tenía?”. Han pasado casi tres años, pero Yun Sok So no olvida el día en que un comando de hombres armados asaltó la embajada de Corea del Norte en Madrid donde vivía con su mujer y su hijo pequeño. So era el encargado de Negocios de la delegación diplomática y no se siente cómodo hablando con un periodista. Representa al país más hermético del mundo, dirigido por el régimen despiadado de la dinastía Kim, pero confirma que aquellas personas con acento surcoreano le golpearon, le maniataron y le cubrieron la cabeza. Una de las hipótesis de la investigación le sitúa como el objetivo de la operación, pero él prefiere despojarse de ese papel protagonista.

Ocurrió un viernes 22 de febrero de 2019. Un grupo de desconocidos robó documentación tras secuestrar y agredir a los trabajadores de la embajada. Apenas unos días después, estaba previsto que el entonces presidente de EEUU, Donald Trump, y el dictador norcoreano, Kim Jong-un, celebraran una cumbre en Vietnam con el objetivo de rebajar las tensiones entre ambos países. El asalto, desvelado por El Confidencial, puso en vilo a varias cancillerías internacionales, pendientes de una investigación que ya ha logrado identificar hasta a ocho sospechosos. El núcleo operativo lo formaban veinteañeros con pasaporte de Corea del Sur, reseñó una investigación de Alejandro Requeijo y Beatriz Parera para El Confidencial, titulada Operación Nollam.

El Confidencial ha tenido ahora acceso a numerosa documentación exclusiva del caso e imágenes inéditas que permiten reconstruir con detalle la preparación y el ataque a la delegación diplomática, ubicada en Aravaca. Es una zona residencial pudiente en el noroeste de Madrid, donde residen varios expresidentes del Gobierno. Las pesquisas han corrido a cargo de la Policía Nacional española bajo la coordinación de la Audiencia Nacional.

Hace solo unos meses, el Juzgado Central de Instrucción número 1 dictó una batería de nuevas órdenes de arresto internacional contra varios de los autores del asalto. Tres años de pesquisas a lo largo de tres continentes y la participación de varios servicios de seguridad internacionales han permitido ir completando el puzzle de aquel controvertido suceso.

El líder del grupo era Adrian Hong Chang, nacido en México, pero residente en EEUU. Estaban también un exmarine estadounidense llamado Christopher Phillip Ahn y un ciudadano norteamericano identificado como Sam Ryu. Todo el comando cuenta con ascendencia coreana, pero además cuatro de ellos tienen la nacionalidad de Corea del Sur. Se trata de Woo Ram Lee (26 años), Chang Su-Lim (27), Si Young Park (28) y Dong Hyun Kim (28). El único nacido en Corea del Norte es Cheol Woo Ryu (27). Logró escapar de un campo de detención en su país hasta la vecina Corea del Sur. Allí le facilitaron la huida a EEUU y le dieron la nacionalidad. Adoptó la identidad de Charles Ryu. El día en que asaltó la embajada, sus compañeros grabaron un vídeo específico para captar el momento de su entrada. En las imágenes, se aprecia cómo el joven rompe a llorar emocionado, ya que, ‘de facto’, estaba pisando de nuevo territorio norcoreano.

Los investigadores han detectado que Cheol Woo Ryu mantiene sus redes sociales abiertas, con fotos actuales y publicaciones recientes. Es el caso de su página de Facebook. Meses antes del asalto a la embajada, este joven animaba a destinar fondos para una plataforma llamada Liberty In North Korea (LINK), fundada por el líder del comando: “Hace 24 años, nací en Corea del Norte. No eliges dónde naces y la vida en Corea del Norte estuvo llena de sufrimiento y dolor. Cuando escapé y alcancé la libertad, mi vida cambió para siempre. Al reflexionar hoy sobre mi vida, estoy muy agradecido de tener libertad y poder vivir mis sueños. Pero también sé que hay otros como yo que no han alcanzado la libertad. Así que hoy quiero recaudar dinero para rescatar al próximo Charles”.


La investigación, bautizada como operación Nollam —embajada en coreano— continúa abierta. El asalto lo llevaron a cabo un total de 11 individuos, por lo que resta por identificar todavía a tres. Según se ve en las imágenes, dos de ellos llevaban coleta. Junto al exmarine, ejercían una ascendencia jerárquica respecto al grupo de veinteañeros. Christopher Phillip Ahn llegó a España el mismo día del asalto. Trabajaba en LINK y se presentaba como director general de FO Strategy Group. Entre 2000 y 2006 estuvo en el Cuerpo de Marines de EEUU como jefe adjunto de Inteligencia y de Operaciones, según sus perfiles públicos, cerrados tras el asalto. Es el único detenido hasta la fecha. Vive en Estados Unidos controlado por una pulsera telemática y la Justicia española pide su entrega.

Según la documentación facilitada por el FBI, se les vincula con un grupo fundado en 2017 con el nombre de Cheollima Civil Defense. Las identidades de sus militantes son uno de sus secretos mejor guardados. Se caracterizan por ofrecer ayuda a desertores del régimen de Corea del Norte en cualquier rincón del planeta. La documentación sobre el asalto a la embajada apunta en varias ocasiones a esa tesis como telón de fondo: hacer pasar como un secuestro violento lo que en realidad era una operación para rescatar al responsable de Negocios de la embajada, Yun Sok So.

El diplomático que negaba querer desertar de Corea del Norte en el arranque de este reportaje es un hombre delgado, muy alto y de formas educadas que domina perfectamente el español. Viste habitualmente de traje y siempre lleva en la solapa una insignia de su país. El día del asalto también estaban su esposa, Jang Ok Gyong, y su hijo menor de edad, Kyon Jin So, quienes tuvieron que encerrarse en una habitación para ponerse a salvo.

A la mayoría de las preguntas prefiere no contestar: “No tengo ningún comentario que hacer”. Dice no estar al tanto de la investigación, aunque fuentes jurídicas confirman que es habitual verle por los pasillos de la Audiencia Nacional. Refrenda que el grupo le encerró en un sótano y le forzó a desertar, pero él se resistió. Esto sí lo quiere dejar claro. Quedará la duda de saber por qué los asaltantes llevaban juguetes para niños que dejaron en la embajada tras su huida.

Al ser preguntado si conocía de antes al líder del grupo, Adrian Hong Chang, decide que ya ha hablado bastante y se despide: “Me disculpa, pero tengo trabajo y me están esperando”. La pregunta es pertinente porque dos semanas antes del asalto, el líder del comando le visitó en solitario y ambos mantuvieron una breve conversación. Presuntamente, hablaron de negocios y en la investigación no hay ninguna prueba que diga lo contrario. El jefe de los asaltantes dejó su tarjeta personal con un nombre falso. Se presentó como responsable de la empresa Managing Partner, con intereses en Toronto y Dubái. A los tres días abandonó de nuevo España y no volvió hasta poco antes de la operación.

Lo cierto es que el jefe de Negocios de la embajada que huye de protagonismos y esquiva preguntas sigue en Madrid representando a un país que no suele pasar por alto la menor duda de traición. Semanas después del asalto, tuvo que viajar a Corea del Norte para dar explicaciones. Viajar a Pyongyang con la sospecha de haber querido desertar no es lo más agradable, pero Yun Sok So regresó al poco tiempo sin aparentes consecuencias. Ejerce como máxima autoridad diplomática desde que en 2017 España expulsó al embajador, Kim Hyok-chol, en respuesta al relanzamiento del programa nuclear norcoreano.

El embajador expulsado de España en 2017 pasó a ocupar un puesto de mayor responsabilidad como jefe negociador de Corea del Norte sobre el programa nuclear. Era una pieza clave en la cumbre de Vietnam a la que acudió Trump y por eso el asalto a la que fue su embajada activó todas las alertas en la reunión, que terminó en fracaso. Su paradero ha sido desde entonces objeto de especulaciones y misterio. La prensa surcoreana le llegó a dar por muerto.

Por su parte, el jefe del comando que asaltó la delegación diplomática huyó a EEUU y se reunió con agentes del FBI para informar de su acción. Aportó el material que se habían llevado: un par de ‘pendrives’, dos ordenadores, dos discos duros (uno de ellos de almacenamiento de imágenes de seguridad) y un teléfono móvil marca Huawei Honor con número 645.659.XXX que usaba el encargado de Negocios que se negó a desertar.

El grupo Cheollima Civil Defense pasó a llamarse Free Joseon en marzo de 2019. Es el nombre que evoca el reino coreano que se extendió en la península durante siglos. Aspiran a recuperarlo el día en que derroten a la dinastía Kim, que somete el país a lo largo ya de tres generaciones.

Apenas unos días después de asaltar la embajada en Madrid, el colectivo difundió una declaración animando a las deserciones: “Derrotaremos a aquellos que subyugan a nuestro pueblo (...) A nuestros compatriotas aún encadenados, física o espiritualmente: Vamos. Romperemos todo yugo. (...) A los de nuestra diáspora que comparten la misma mentalidad y el mismo espíritu: les pedimos que se unan a nuestra revolución”.

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