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El futuro de Colombia se debate entre el izquierdista Gustavo Petro y el populista Rodolfo Hernández


El domingo 29 de mayo fue un día de revelaciones en Colombia y llegó acompañado de un terremoto para la clase política. El ‘establishment’ político fue derrotado contundentemente en la primera vuelta de las presidenciales. Liberales y conservadores, las dos formaciones tradicionales del país cafetero -se han repartido el poder durante casi la totalidad de la historia republicana- habían apoyado al derechista Fico Gutiérrez para la presidencia.

Su candidato, sustentado también tácitamente por la derecha uribista, fue finalmente tercero, quedando fuera de la segunda vuelta ante dos postulantes, el izquierdista Gustavo Petro y el sorpresivo populista Rodolfo Hernández, posicionados contra la política tradicional pero que, a la vez, necesitarán de ella para gobernar, reseñó Héctor Estepa en El Confidencial.

El 60% de los colombianos querían cambio, según las encuestas, después de dos grandes estallidos sociales, la crisis económica generada por la pandemia, y el desprestigio del Gobierno del uribista Iván Duque, el otro gran señalado de la noche, que abandonará la presidencia con menos de un 30% de popularidad, arrastrando al fracaso al ‘establishment’ que lo apoya.

Ganó los comicios el progresista Gustavo Petro, con un 40% de los votos, resultado peor que el esperado que complica notablemente su aspiración de ser el primer presidente de izquierda de la historia de Colombia. La gran sorpresa fue Rodolfo Hernández, un constructor, calificado como el 'Donald Trump colombiano', que consiguió meterse en segunda vuelta con un discurso anticorrupción, a pesar de que él mismo tendrá que ir a juicio por un caso de posible mal manejo en la concesión de un contrato relacionado con la recogida de basuras.

Hernández es la prueba de que las redes sociales no pueden subestimarse en campaña electoral. El empresario, de 77 años, ha alentado a sus seguidores a través de sus cuentas, sobre todo en TikTok, donde ha protagonizado vídeos de todo tipo, popularizando y rejuveneciendo su imagen. Consiguió un 28% de los votos. Las encuestas mostraban su gran ascenso en las semanas previas a la elección, pero ningún sondeo le daba en la segunda vuelta, menos superando Fico, que contaba con las maquinarias electorales de los partidos tradicionales, muy arraigados en las regiones.

Suma, junto a Fico (24%) y otro candidato ‘antipetrista, John Milton Rodríguez (1%) más del 53% de intención de voto, convirtiéndose en favorito para ganar en la próxima votación. Hernández nació en la región de Santander en una familia de origen campesino, que trabajaron duro para darles a él y a sus tres hermanos la mejor educación. Estudió ingeniería civil y pronto inició en el negocio de la construcción, amasando una fortuna cifrada por él mismo en unos 100 millones de dólares.

Es un millonario, pero no es parte del ‘establishment’ político, de las 40 familias que han dirigido los destinos del país desde la independencia, según una investigación citada por la BBC. No es un Pastrana, un Santos, o un Lleras. Él mismo definió, en un audio filtrado a la prensa, su modelo de negocio. “Yo financio los edificitos que hago y yo cojo las hipotecas, esa es la vaca de la leche”, asegura. “Imagínese, 15 años un hombrecito pagándome intereses. Eso es una delicia”, añade el constructor.

Hernández se mantuvo alejado de la política hasta una edad tardía, aunque son conocidas sus relaciones con los políticos santandereanos. Fungió como concejal de Piedecuesta, su localidad natal, entre 1992 y 1996, y en la época fue conocido por no asistir a la mayoría de plenos. Eso no le impidió convertirse en alcalde de Bucaramanga, la capital de su región en 2016, tras pagar la campaña de su propio bolsillo.

El conflicto armado ha afectado profundamente a su familia. Su padre estuvo secuestrado varios meses por la extinta guerrilla de las FARC y su hija fue raptada en 2005, aparentemente por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), ahora el mayor grupo subversivo de Colombia. Los captores pidieron un rescate de unos dos millones de dólares, la familia se negó a pagar, y la menor nunca apareció. A pesar de ello ahora propone adherir al ELN al pacto de paz firmado con las FARC firmado en La Habana en 2016, que defiende íntegramente.

Ese es uno de los mayores cambios que ha habido en la política colombiana en los últimos cuatro años. Los principales candidatos que concurrían a los comicios este domingo abogaban por cumplir el acuerdo de paz, ante las grandes críticas que suscitaba hace seis años, cuando llegó a ser rechazado en un referéndum, aunque posteriormente fue aprobado, con escasos cambios, en el Congreso.

Hernández llegó al poder tras prometer más de 20.000 lotes para vivienda. Él mismo admitió años después que no entregó ninguno, pero eso no impidió que abandonase la alcaldía con una gran popularidad. En Santander, de hecho, se hizo con el 66% de los votos. Las calles de Bucaramanga se llenaron este domingo de ciudadanos ataviados con la camiseta amarilla del equipo local, el Atlético Bucaramanga, para celebrar el paso a segunda vuelta de su paisano.

Hernández es un político polémico y son bien conocidas en Colombia sus salidas de tono. Llegó a abofetear a un concejal local que le recordaba el caso de corrupción en el que está envuelto su hijo. Soltó el guantazo tras llamarle en repetidas ocasiones ‘jueputa’. No es el único gran escándalo. Otro audio filtrado a la prensa muestra cómo llegó a amenazar de muerte a uno de sus clientes. “Jueputa, le pego su tiro, malparido, de la amenaza comercial yo se la hago física, hijueputa”, le dijo a su interlocutor. También fue noticia a nivel nacional cuando se declaró, en una entrevista radial, seguidor del “pensador alemán” Adolf Hitler, aunque después dijo haber tenido un lapsus, queriéndose referir a Albert Einstein.

En su programa, poco detallado, destacan propuestas como entregar tierra a la población rural -aunque no habla de reforma agraria- incrementar el nivel de reservas de petróleo y gas, ampliando exploraciones -al contrario que su rival, Petro- reducir el IVA, reducir impuestos empresariales, incrementar los cupos de las universidades, revisar las condiciones del tratado de libre comercio entre Colombia y EEUU y restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela.

Esas son las propuestas menos polémicas. El candidato levantó la ola de la polémica unos días antes de las elecciones asegurando que pretendía crear una zona de libre comercio para fomento turístico entre Santa Marta y La Guajira, donde se encuentra el protegido Parque Nacional Tayrona. Propuso también crear una ciudad cárcel en los Llanos Orientales, con capacidad para 200.000 presos de alta peligrosidad.

“Se hace un urbanismo, el mejor del mundo, se hace una ley en la que todas las empresas que necesiten y se vayan para allá, no pagan impuestos, pero tienen que pagar 1,6 salarios mínimos a los presos. Cada preso consigue su trabajo, no se le da de comer y tienen que trabajar para comer. Todos tienen un brazalete de titanio adherido al tobillo, como un esparadrapo”, explicó en entrevista a la emisora Tropicana, levantando también controversia.

Hernández se ha identificado como un candidato contrario a la “politiquería” tradicional, pero necesitará de ella en caso de gobernar. No cuenta con un solo hombre en el Congreso de la república. Tendrá que pactar con conservadores y liberales si quiere sacar adelante sus propuestas. Esa es una oportunidad para el ‘establishment’ de volver a reciclarse y continuar manteniendo el poder. Hernández tampoco tiene un gran equipo, ni candidatos a ministro, que podrían salir de esas formaciones.

La política tradicional en Colombia ha sido duramente golpeada, pero no está muerta. Es fuerte en el Congreso y, paradójicamente, podría continuar en gobernando a pesar de la derrota del domingo. Hernández rechazó aceptar o pedir activamente el apoyo de formación alguna, pero ya en la noche electoral Fico Gutiérrez anunció que apoyaría al ingeniero, aunque aseguró no haber hablado con él. Varios políticos del sector más del uribismo apoyaron también este lunes a Hernández.

El Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe (2002–2010), atrapado en varios procesos judiciales, uno de ellos por soborno de testigos, pero que continúa moviendo los hilos de la política colombiana, entre la pasión de una parte de la población, y el odio de otra, fue el principal derrotado de las elecciones legislativas de marzo, cuando perdió la mitad de su representación en el Congreso. El uribismo apoyó tácitamente, pero no frontalmente a Fico, y ha salido “quemado” a medias de la elección presidencial. El progresismo colombiano considera a Hernández la segunda ficha de Uribe a la presidencia. Hernandez dice que tiene una “deuda de gratitud” con el exmandatario porque este le ayudó en el pasado.

No cabe duda de que las bases uribistas respaldarán masivamente a Hernández, algunos por convencimiento, otros por ‘antipetrismo’. El líder izquierdista va a tener complicado ganar en junio. En su centro de campaña había el domingo caras largas. Apenas alcanzó su objetivo más modesto, los 8,5 millones de votos que recibió en segunda vuelta en 2018.

Tal era la desazón que el candidato tuvo que reivindicar su victoria. “Bueno, hoy hemos ganado. Hoy es un día de tiunfo”, dijo ante su público. “A partir de ahora se define qué clase de triunfo es el que queremos. Si suicidarnos, o avanzar”, añadió. Las posibilidades de Petro pasan por conseguir el apoyo del oficialismo del Partido Liberal, liderado por el ex presidente César Gaviria (1990–1994) que el domingo apoyaba a Fico, aunque parte de las bases apoyaba al progresismo.

Los liberales fueron en las legislativas la tercera fuerza más votada, después del Pacto Histórico de Petro y de los conservadores, aunque consiguieron más escaños que esos últimos en la cámara de representantes, y manejan las maquinarias electorales en las regiones, aunque han perdido engrase y favor popular. Basta con ver el desempeño de Fico en las elecciones para darse cuenta.

Será una tarea difícil. Petro y Gaviria se reunieron antes de los comicios y no lograron cerrar una alianza. Los liberales oficialistas tendrían más que ganar en un Gobierno de Hernández, aunque soliviantando a parte importante de sus bases. Son, eso sí, la llave de la gobernabilidad -es muy difícil formar una mayoría parlamentaria sin ellos- y podrían ser muy relevantes también en un Gobierno izquierdista.

Las dinámicas en segunda vuelta cambian con respecto a la primera. La izquierda intentará también atacar a Hernández con las salidas de tono del candidato populista y su desconocimiento de temas clave, aunque está por ver que eso le haga daño al ingeniero, que ganó en la primera vuelta en Vichada, después de que en un video demostrase no conocer cuál era la capital de esa región.

También la participación jugará su papel. El petrismo espera que las bravuconerías de Hernández provoquen que parte de los electores que optaron por otros candidatos no acudan ahora a las urnas, igualando las fuerzas, aunque en ese sentido sí entrará en juego el factor ‘antipetrista’ y muchos votarán al ingeniero para que no gane Petro aunque no concuerden con su discurso y su programa.

Esperanza a medias tienen el progresismo a recabar los votos registrados por los otros grandes perdedores de la noche, el Centro Esperanza representado por Sergio Fajardo. El exalcalde de Medellín estuvo a apenas 300.000 votos de pasar a segunda vuelta en 2018, pero la trampa de la polarización, y una triste e insípida campaña, además de líos internos y el abrupto abandono de la alianza de Ingrid Betancourt, le han dejado ahora con el 4% del voto.

Hace cuatro años la coalición de centro apoyó oficialmente a Petro en segunda vuelta, pero parte importante del voto se fue a la abstención, al blanco, o directamente a Duque. Ahora podría ocurrir lo mismo, con el agravante de que parte del voto centroizquierdista se fue en esta ocasión directamente para Petro en primera vuelta. El candidato progresista necesita, al menos, un millón de votos para convertirse en el primer presidente izquierdista de Colombia. El domingo llamó a salir a sufragar a quienes se habían quedado en casa y anunció que harán campaña en las regiones y los barrios populares para fomentar adhesiones. La segunda vuelta se celebra en apenas tres semanas, el 19 de junio. Los próximos días serán clave para conocer el equilibrio real de fuerzas.



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