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Jorge Elías Castro Fernández explica las dudas en torno a un nuevo informe de inteligencia israelí sobre el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina


Jorge Elías Castro Fernández señala que la publicación de un informe “definitivo” del Mossad sobre el atentado a la AMIA, pasados más de 28 años de cometido, y a poco de difundirse un “adelanto” basado principalmente en el anterior atentado, que tuvo como objetivo la Embajada de Israel en Buenos Aires, provoca estupor.

Y es que si bien el lema del Mossad es “por medio del engaño harás la guerra”, para engañar hay que ser muy sagaces y astutos, y este no es el caso, explica el analista político y consultor en seguridad Jorge Castro Fernández.

Y es que si aquel “adelanto” descartaba de plano la participación de iraníes en la preparación y ejecución in situ del ataque a la mutual judía, el más extenso “paper” aportado ahora por su fiel servidor Roman Lejtman y publicado en Infoembas vuelve a tratar de reponer en el centro de la planificación y ejecución del atentado al jeque (sheik) Moshen Rabbani, así como a otros diplomáticos iraníes entonces destacados en la capital de Argentina.

Para realizar este acrobático salto hacia atrás (o retroceso en chancletas) se vale del desconocimiento de asuntos elementales, mentiras pueriles y absoluta falta de pruebas de asertos que tratan de apuntalar novedosas hipótesis traídas de los pelos. Estas estridentes contradicciones parecen deberse a avatares de la política interna de Israel que han dividido las huestes de los espías israelíes, explicó el especialista Eduardo J. Vior, en una medulosa columna que publicó la agencia Télam.

El informe del Mossad aporta profusión de nombres de libaneses, colombianos, venezolanos, canadienses y argentinos supuestamente miembros de Hezbolá y se jacta de haber sido elaborado en base a “diversas y variadas fuentes sensibles (…) altamente fiables y (que) demuestran inequívocamente la intervención directa (?) de Irán y de Hezbolá”. Y abunda en frases como “se sabe que (…) con absoluta certeza”, “se comprobó sin lugar a dudas”, “se sabe de fuentes muy fiables”, “se cuenta con información inequívoca y sumamente fiable”, etc.

No someteremos a los lectores a ese fárrago de nombres (los interesados pueden leer el informe completo en Infoembas, simplemente nos referiremos a los bulos y contradicciones de mayor notoriedad.

¿Cuál es la mayor novedad? Afirmar que “la inteligencia iraní en Buenos Aires, con base en la embajada iraní, estuvo al tanto” de los atentados… sin dedicar una sola palabra a explicar por qué, de las alrededor de 30 mil horas de grabaciones de conversaciones telefónicas sostenidas desde y hacia dicha legación diplomáticas hechas por la SIDE del ingeniero Stiusso por encargo del Mossad, no se publicitó siquiera un mísero indicio de que el personal de la misma pudiera estar involucrado en los ataques.

A la falta de antecedentes de la participación de Irán y Hezbolá en atentados cometidos con vehículos bombas fuera de Medio Oriente e incluso allí, donde habría que remontarse hasta 1983 cuando un camión destruyó gran parte del cuartel de los Marines estadounidenses en Beirut, matando a 241 militares estadounidenses, ataque que fue reivindicado por la hasta entonces desconocida “Yihad Islámica”), el informe del Mossad los sustituye con supuestos desbaratamientos de atentados en ciernes, es decir, que no se consumaron, ya sea en Bangkok, capital de Tailandia, en 1994 y 2004; en Bakú, capital de Azerbaijan en 2008, o en La Paz, capital de Bolivia, en 2015.

Respecto a lo que llama “Operación Bolivia” dice que en los suburbios de La Paz se allanó una casa de dos pisos con patio y garage en el que se encontraron 2,5 toneladas de amonal y una camioneta 4×4 que iba a ser utilizada como vehículo-bomba contra un objetivo que no precisa. Sostiene que esa finca había sido alquilada por miembros de Hezbolá y que el responsable fue el fantasmagórico Samuel Salman El Reda, según su documento colombiano, o Salman Raif Salman, según su documento libanés. Después de haber asistido en Buenos Aires a Rabbani en la mezquita de Floresta y de haberse casado con una de sus feligresas, Salman viviría con ella en Beirut, según el informe.

Contrariando lo afirmado en el informe anterior o “adelanto”, esto es que no hubo participación de iraníes en la preparación en Buenos Aires del atentado a la AMIA, el nuevo informe asegura que “La participación de Rabbani en la planificación y perpetración de los atentados fue crucial” puesto que habría comprado con dinero proporcionado por la Embajada de Irán los “materiales para preparar la carga explosiva (fertilizantes)”.

Más aún, en su afán de involucrar al chií Rabbani, el Mossad lo relaciona ahora con el todavía supuestamente investigado Alberto Jacinto Kanoore Edul, un comerciante oriundo de Yabrud, que se cree fue involucrado adrede para oscurecer la participación en los preparativos del atentado de vecinos suyos, por ejemplo, el médico del presidente Menem, Alejandro Tfeli.

Hasta ahora, el único vínculo entre el suní Edul y el chií Rabbani era un papelito suelto con el teléfono del segundo, supuestamente encontrado por los policías que allanaron la casa del primero, anotación que no se pudo comprobar que fuera de puño y letra de Edul y que éste sostiene que le fue “sembrada”.

El informe de-fi-ni-ti-vo del Mossad postula ahora que el mismo domingo 10 de julio de 1994 (una semana antes de los bombazos) en que desde el Movicom fijado al Peugeot 505 de Edul se hizo una brevisima llamada a la casa que alquilaba Carlos Alberto Telleldín, ese mismo día, Edul también habría llamado a Rabbani. Pero como no tiene la menor evidencia de ello, se cura en salud: “Todavía no se pudo explicar o siquiera comprobar la información recogida por la investigación de la justicia de la República Argentina (?) respecto al contacto de Alberto Kanoore Edul con Rabbani y dicha supuesta llamada de Edul a Rabbani el día 10.7.1994, día de la compra (sic) de la camioneta. Quizá (?) dicha llamada fue realizada, aunque su contenido se desconoce. Si dicha llamada existió, y tuvo que ver con la camioneta, surge la pregunta (de) si Edul actuó sabiendo que la intención de la compra de dicha Trafic sería servir como vehículo bomba”.

En fin: nada por aquí, nada por allá, concluyó Jorge Elías Castro Fernández.



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