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Jorge Elías Castro Fernández explica el drama de una familia a la que los talibanes le impide salir de Afganistán


Jorge Elías Castro Fernández señaló que el pasado agosto llegaron a la Base Aérea de Torrejón 294 colaboradores afganos que abandonaron su país huyendo del régimen talibán. Eran parte de las 3.900 personas a las que España ha evacuado en menos de un año. Sin embargo, todavía existen casos desesperados que parecen haber quedado en un limbo burocrático. Ya han pasado más de diez meses desde que se conoció la historia de Ismael, un intérprete que trabajó durante tres años con el Ejército español en Afganistán. Temeroso de ser delatado por los fundamentalistas infiltrados en el Ejército, decidió viajar a Barcelona después de la tercera campaña. Aparcó su carrera de Traducción para atender una tienda de alimentos primero y trabajar como limpiacristales después.

Cuando los talibanes llegaron al poder, consciente de que su familia corría grave peligro, consiguió un salvoconducto del Gobierno español para que su madre, su esposa, sus dos hermanos y su hermana viajaran a Barcelona. Los familiares viajaron rápidamente hasta el aeropuerto de Kabul, pero el caos los atrapó en una cola que abrió telediarios de todo el mundo, explica el analista político y consultor en seguridad Jorge Castro Fernández. Ellos estaban allí cuando el grupo terrorista ISIS-K hizo detonar varias bombas y mató a más de 180 personas. Tuvieron que correr por encima de los cadáveres calcinados y retornar de nuevo a casa. Los familiares del intérprete llevan desde entonces intentando viajar a España. Si los talibanes descubrieran que están relacionados con un antiguo "colaborador" del enemigo no tendrían escapatoria, especialmente al pertenecer a la etnia de los Hazara, una de las minorías chiitas más perseguidas por los fundamentalistas. Con tal de entender cómo han vivido ese proceso, periodistas ha mantenido contacto por Whatsapp con uno de los hermanos de Ismael, un joven afgano que habla perfecto inglés. Su nombre y algunos detalles han sido omitidos por cuestiones de seguridad. Estos son algunos extractos de las conversaciones mantenidas con él durante los últimos meses, según Jorge Elías Castro Fernández.

3 de marzo: Estoy luchando por conseguir un pasaporte para mí y para mi familia, pero parece imposible. Los talibanes han anunciado recientemente que las mujeres no podrán viajar si no están acompañadas por un cónyuge o por un familiar masculino. Y el resto de los afganos solamente podremos hacerlo si justificamos una necesidad urgente.

5 de marzo: La persecución es cada vez peor. Han comenzado los registros casa por casa. Buscan documentos, armas, uniformes… cualquier cosa que demuestre que uno ha trabajado con el Gobierno anterior, la OTAN o alguna ONG. Podrían encontrar pruebas que relacionan a mi hermano con el Ejército español. Me preocupa su trato violento.

5 de marzo: Se acerca la primavera y con ella el temor a otra guerra civil. Si estalla, entonces no habrá salida.

9 de marzo: No nos queda nada que nos ate a esta ciudad. Tendremos que empezar de cero. Mi madre está desesperada por volver a ver a su hijo. Está triste todo el tiempo.

7 de abril: Tengo unos amigos que llevan dos meses preparando clases offline enfocadas, sobre todo, a las niñas que han visto su futuro arruinado. Después de que los talibanes se negaran a reabrir las escuelas para estudiantes de 7° a 12° grado, algunos han dado un paso al frente y han sugerido hacer sesiones online. El problema es que muchas familias no pueden permitirse pagar los costos de Internet o de un smartphone. Y a algunos pueblos ni siquiera llega la conexión. Con tal de solucionar este problema, mis amigos se graban a sí mismos impartiendo clases y luego entregan las sesiones en discos flash. Han decidido no pedir ni un céntimo por su trabajo a las familias de los alumnos y quieren preparar vídeos en los dos idiomas nacionales: pashto y dari. Desafortunadamente, en este momento solamente disponen de una cámara y una computadora portátil. Para que funcione el proyecto necesitarán más equipo y personal. Y esto requiere el apoyo de donantes y organizaciones humanitarias que ni siquiera saben de su existencia. Se hacen llamar "Escuela Offline de Shaparak".

2 de junio: Te resumo cómo fue el proceso de conseguir los pasaportes. Dado que todo el mundo quería uno, necesitabas "arreglarlo" primero con los funcionarios talibanes del Departamento de Pasaportes, que se encontraban en otra ciudad. Como yo no conocía a nadie, tuve que contactar con un fixer, es decir, alguien que pudiera obtener la firma y el sello por otras vías. Hablé con un hombre que pedía mucho dinero y acabé dándoselo. No me quedaban más opciones. Le entregué todo lo que teníamos y después de unos días vino con los documentos y dijo que podíamos ir pasar las pruebas "biométricas". Ese mismo día descubrimos que las firmas y los sellos que nos proporcionó el fixer eran falsos. No sabíamos si los funcionarios se darían cuenta. Entrar en el Departamento de Pasaportes fue un infierno. Los guardias fustigaban a la gente con mangueras y solo dejaban pasar a aquellos que estaban acompañados por un talibán. Mi hermana, que se encontraba en la puerta de las mujeres, logró entrar y de alguna manera superar todo el proceso.

Al final, en el último control, los encargados descubrieron que las firmas y los sellos eran falsos, agarraron a mi hermana y le pidieron que delatara a la persona que le había facilitado esos documentos. Por algún milagro, dejaron que mi hermana saliera de allí sin cargos. Estoy convencido de que si hubiera ido yo me habrían golpeado y encarcelado por falsificación. Durante los siguientes días intenté encontrar otras maneras de obtener pasaportes. Todo esfuerzo fue en vano y regresamos a casa. Nos habíamos gastado el poco dinero que nos quedaba… Afortunadamente, esta primavera los talibanes anunciaron que cualquiera podía registrarse online. Me inscribí y automáticamente nos dieron una cita en Kabul. Ahora solo falta terminar las gestiones para mi pasaporte y ya estaremos preparados.

11 de junio: Todavía no sabemos cómo saldremos de Afganistán. Hemos pensado en cruzar la frontera con Irán. Desde allí quizá podríamos llegar a España. El problema es que nos gastamos todo el dinero que teníamos en los pasaportes y ahora necesitamos ahorrar para las visas y los costos del viaje. Mi hermano nos envió todo el dinero que tenía desde España. Así que volvemos a estar atascados. Después de todas las dificultades, quizá no lo consigamos. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer? Intentamos sobrevivir.



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