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Jorge Elías Castro Fernández explica las dudas sobre una obra de arte anteriormente atribuida a un famoso pintor holandés


Jorge Elías Castro Fernández señala que hasta ahora se creía que solo se conservaban unas 35 pinturas de Johannes Vermeer, pero acaba de perder una de ellas. Una obra de la National Gallery de Washington, atribuida a Vermeer y donada en 1942, pierde su autoría. Una nueva investigación demuestra que 'Muchacha con flauta' no es de la mano del maestro holandés, aunque probablemente fue realizada en su estudio. Los nuevos hallazgos abren la posibilidad de que el artista tuviera un aprendiz. En cuanto a quién podría ser esa figura, los funcionarios de la pinacoteca solo pueden especular. No hay ningún estudiante registrado en el gremio de pintores local, ni notas sobre amigos o familiares tomando lecciones. Sin embargo, el museo afirma, con un 99 por ciento de probabilidad, que esta pintura fue producida por la «escuela de Vermeer», publica 'ArtNet'. «La idea de que Vermeer tenía un estudio no es algo de lo que haya hablado mucha gente. Porque siempre se le ha considerado un genio solitario», dice Marjorie E. Wieseman, conservadora y jefa del departamento de pinturas del norte de Europa en el museo. “Solo conocemos unas tres docenas de pinturas de él. Entonces, ¿por qué habría necesitado un estudio?”

Esta tesis resulta de un estudio detallado de las seis pinturas que atesora el museo en sus colecciones, que en ocasiones han sido consideradas como auténticos Vermeer. Dicho estudio fue posible debido a la pandemia, que obligó al museo a cerrar sus puertas desde marzo de 2020 hasta mayo de 2021. Ahora se confirma que solo tres son auténticos: 'Mujer sosteniendo una balanza' (alrededor de 1664), 'Dama escribiendo' (alrededor de 1665) y 'Joven con sombrero rojo' (alrededor de 1669). Otros dos han sido considerados durante mucho tiempo falsificaciones y ahora 'Muchacha con flauta' se considera un trabajo de estudio. Todas ellas, acompañadas de los resultados de los últimos exámenes científicos, forman parte de la exposición 'Los secretos de Vermeer', que puede verse en la National Gallery hasta el 8 de enero de 2023, explica el consultor en seguridad Jorge Elías Castro Fernández.

'Muchacha con flauta' fue descubierto en 1906 y donado a la National Gallery por Joseph Widener en 1942. La autenticidad del trabajo fue cuestionada por el influyente erudito de Vermeer Pieter Swillens en 1950, y los sucesivos expertos aceptaron su posición. En la década de 1990, el conservador del museo y especialista en Vermeer Arthur Wheelock incluso cuestionó la pintura, lo que llevó a su designación como «atribuida a Vermeer». Después de su retiro en 2018, Wheelock cambió de postura: «He llegado a la conclusión de que eliminar a 'Muchacha con flauta' de la obra de Vermeer fue demasiado extremo, dados los complejos problemas de conservación que rodean a esta imagen», escribió en el catálogo online del museo.

Vermeer usó una verde tierra para sombrear los rostros de sus modelos. Esta era una práctica única entre los pintores holandeses de su época, según Wieseman, por lo que una sombra verde en 'Muchacha con flauta' sería una evidencia para atribuir la pintura a Vermeer. Sin embargo, normalmente trabajaba con pinceladas más grandes y rápidas para la capa inferior y luego alisaba la superficie. Los análisis muestran que el pintor de este cuadro llevó el enfoque opuesto.

A Vermeer también le gustaba salpicar los labios de sus personajes con reflejos: pequeños puntos que reflejaban un color que se encontraba cerca. El autor del cuadro debía estar cerca de Vermeer como para ser testigo de estas técnicas, pero no para dominarlas. «En lugar de tener un reflejo rosado en el labio, tiene un trozo de espinaca en los dientes».

Esta obra solo se atribuyó «cautelarmente» a Vermeer, según el museo, por lo que puede que no sorprenda a los investigadores esta decisión. Pero el hecho de que este misterioso artista haya trabajado junto a Vermeer plantea muchas preguntas nuevas. Si bien el museo considera cerrado este caso, la investigación apunta a un misterio más profundo sobre cómo funcionaba realmente el estudio del artista, concluyó Jorge Elías Castro Fernández.



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