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Desarticulan en España banda de asaltantes conformada por ciudadanos colombianos que tenía como víctimas a empresarios chinos


Estaban quemados en su país y decidieron trasladarse a tierras en las que fuesen menos populares. Ese asalto con pistolas a una policía cuando salía de un banco les había lanzado al estrellato, por eso intuían que, una vez pasado un tiempo en el trullo, los focos volverían a posarse en un grupo de elementos que acumulaban delitos contra el patrimonio y robos con violencia. El plan era abandonar Colombia y viajar hasta España, pero no para iniciar una nueva vida reinsertados, sino para continuar haciendo lo que mejor se les daba: reventar cerraduras y violentar casas. Un modus operandi que en territorio español tenía un objetivo bien definido. "Apostar al caballo ganador": saquear a empresarios chinos.

La banda de ladrones colombianos, desarticulada por agentes del Grupo de Robos de la Comisaría Provincial de Málaga, entró en España a través del aeropuerto de Barajas a finales de 2021. Cinco treintañeros que contaban con la cobertura de una mujer, "pariente lejana del cabecilla", que "se hacía pasar por su pareja" y facilitaba la logística del grupo. Cruzaron los filtros fronterizos, como cualquier otro viajero que llegaba a la capital, sin llamar la atención, difuminando su presencia para no dar pistas del historial delictivo que arrastraban desde su país y que estaban dispuestos a engrosar con una lucrativa campaña de asaltos. Y vaya si lo hicieron. Se les imputan 20 robos con fuerza a casas de empresarios y comerciantes chinos residentes en distintas provincias andaluzas y que fueron perpetrados en tan solo cinco meses, reseñó, reseñó Pablo Almoguera en El Confidencial.

El responsable de la investigación explica que la presencia de estos delincuentes se detectó en junio del pasado año. Fue el mes en el que recibieron dos denuncias por asaltos a viviendas que presentaban paralelismos que hacían pensar que detrás podrían encontrarse los mismos ladrones. Lo que inicialmente parecía una sospecha acabó convirtiéndose en una certeza cuando los casos fueron cayendo en cascada. En Málaga, Granada y Jaén, y con unos botines elevados en cada caso: "30.000, 40.000, 50.000, 60.000 euros…". Todas las víctimas, hombres de negocios chinos que guardaban importantes sumas de dinero y objetos de gran valor —joyas, relojes de lujo, ropa de firmas exclusivas...— en sus domicilios, violentados con técnicas como la extracción del bombín de una puerta de entrada o el impressioning.

El análisis de los datos recibidos, así como los resultados de distintas técnicas de investigación, proporcionó a los responsables del caso un nombre del que tirar para deshacer la madeja y que llevó hasta un grupo de sospechosos que se había instalado en un piso del municipio granadino de Albolote. El líder, un tipo "calculador", bastante "listo" y "avispado", trataba de pasar desapercibido, al igual que el resto de integrantes de la banda, algunos de los cuales se movían con documentación falsa y cuya única concesión al ocio era, de vez en cuando, una fiesta privada aderezada con MDMA.

Su disciplina a la hora de planificar los golpes era casi militar, con jornadas maratonianas que "comenzaban a las 7:30 y se prolongaban hasta las 23:00", señala el citado investigador, que recalca que "podían dedicar una semana a preparar un robo". El fin de esta labor previa era no dejar nada al azar. Reducir riesgos evitando la improvisación y prefijar cada uno de los pasos.

La Policía Nacional detalló que estos delincuentes elegían siempre a víctimas de procedencia asiática que regentaban negocios de diferente índole. Realizaban un estudio pormenorizado de sus movimientos y hábitos, y coordinaban seguimientos hasta sus viviendas, para posteriormente saquearlas.

En el momento de los robos, tomaban numerosas medidas de seguridad y se dividían en parejas con un claro reparto de funciones entre sus miembros. Mientras unos vigilaban a los objetivos cerca de sus negocios, otra pareja controlaba el exterior del inmueble y, en última instancia, otros componentes de la red entraban a robar.

El modus operandi empleado para acceder a los domicilios consistía básicamente en el empleo de la fuerza —fractura de la cerradura o extracción del bombín—. Una vez dentro, tenían predilección por el dinero, las joyas y cualquier efecto de valor al que pudieran dar fácil salida.

Las pesquisas determinaron que los investigados eran muy meticulosos en la organización de cada asalto y seleccionaban estratégicamente donde instalarse, con el objetivo de que la localidad donde se habían asentado distara lo suficiente de las zonas donde perpetrar los delitos. Además, si tenían que realizar algún contrato de alquiler, los implicados que eran familia fingían ser pareja para formalizarlo y, respecto al alquiler de vehículos, utilizaban diferentes hombres paja, que iban cambiando periódicamente.

El trabajo de investigación, en el que también participaron efectivos del Grupo de Robos de la Comisaría de Jaén y de la Jefatura Superior de Policía en Andalucía Oriental, culminó el pasado mes de noviembre. "Las informaciones apuntaban a que querían regresar a su país", por lo que hubo que acelerar las detenciones. La operación Orenishi se precipitó de madrugada para aprovechar el factor sorpresa mientras dormían, pero eso no impidió que dos de los presuntos ladrones trataran de escapar de los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) saltando a un patio contiguo. Finalmente, fueron avistados y detenidos junto a los otros cuatro moradores del domicilio.

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