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Poeta venezolano Rafael Cadenas recibe en España el premio Cervantes de manos del rey Felipe VI


El poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930), que acaba de cumplir 93 años, recibió la mañana del lunes 17 de abril el premio Cervantes de manos del rey Felipe VI en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

Un día caluroso y soleado, más propio de tierras caribeñas que de españolas para abril. Cadenas, sin embargo, mostraba su españolidad: “Estoy lleno de España”, afirmó al iniciar su discurso de agradecimiento del galardón. Un acto al que asistieron los Reyes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pero no Pedro Sánchez, que delegó los honores institucionales en el ministro de Cultura, Miquel Iceta, a pesar de que el propio Cadenas mencionó al presidente del Gobierno al empezar su conferencia.  

El poeta, de izquierdas desde su juventud (fue desterrado por el dictador Marcos Pérez Jiménez en 1954), autor de poemas universales como Derrota, subió las escaleras acompañado de su hija Paula y, con emoción, pronunció un discurso en el que abordó numerosos temas y dejó su huella en todos ellos. Un toque de atención a todo aquel que se sienta aludido (y no son pocos). Comenzó por la inmigración —su mujer es descendiente de emigrantes canarios—, expresando que “hoy la desgracia es inmensa aunque no por causa de guerra alguna”.  

De Venezuela recordó el paisaje de su niñez y primeros años de juventud cuando confesó que no había sido un buen estudiante, pero tuvo la fortuna de ir a la Universidad Central, una época de esplendor para él. Una breve nota al presente: “A pesar de no estar bien desde hace años, sigue siendo plural, una que sea para adoctrinamiento deja de ser universidad”. Por ahí se abrió un camino en el que, a través de la obra cervantina, planteó su idea sobre el nacionalismo: no es bueno. 

Cadenas citó al filósofo Karl Jaspers, de quien recordó que tenía dos temores, uno al totalitarismo y otro a la bomba. “En este tiempo, aquel avanza y este ha crecido. Resulta paradójico, por cierto, el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales fabricantes de armas. Se trata de una industria muy próspera”. Y, para quien desee leer entre líneas (y no tanto), ahí está todo bastante claro. Sobre el nacionalismo: “Nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero, en este tiempo, el mundo, gracias al desarrollo de la comunicación, debería ser cosmopolita; ya en cierto modo lo es, pero a ello se oponen los factores que he mencionado, sobre todo el nacionalismo, que según Einstein es el sarampión de la humanidad”, afirmó. En este deseo de cosmopolitismo, citó —también dijo que le gustan las citas— a Séneca, a Goethe, a Derrida, como grandes cosmopolitas. Su pesar: “Existe un ego nacional que no admitiría semejante cambio”. Los nacionalistas pueden darse por aludidos también. 

Y no dejó de transitar por el terreno de la política y del lenguaje, muy ligados entre sí como bien sabía George Orwell y sacó Cadenas a colación. Del escritor británico, el venezolano recordó su frase: “El actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y… podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal”. Y tal expresión le llevó a la crítica de lo fake, la ilusión, lo no real, que es lo que parece dominar hoy nuestros días. 

“Todo debería examinarse, verse, trocar la ilusión por lo real”, recalcó. ¿Y qué institución debería ser más propicia a ello? La democracia. “Es urgente defenderla de todo lo que la acecha, y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado. Se necesita, en los países donde existe, una pedagogía que la robustezca; en otros, que no la han conocido, es vano tratar de introducirla. Los demócratas deben pedir a voces su renovación”. ¿Y cómo? Cadenas tiene su receta: “Volverse transparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza, apoyar la cultura”. “Esto no es ningún sueño, sino un trabajo de todos, hacedero solo con plena libertad”. 

Por último, el poeta se aferró a esta cuestión: la libertad. Hubo recuerdo para su amigo y también premio Cervantes, el nicaragüense Sergio Ramírez, “a quien admiro, con mi deseo de que pueda volver a su país”. Cerró con las palabras cervantinas del Quijote expresando su deseo: “La libertad, Sancho, es uno de los preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”. Es lo que el poeta ha defendido toda su vida (y en su obra), reveló El Confidencial

El rey Felipe VI cerró el acto haciendo un recorrido por la obra de Cadenas, pero también acentuó su vida y su destierro por su militancia en la izquierda en los 50, de donde surgieron libros como La isla y Los cuadernos del destierro. “La obra de Rafael Cadenas es la de un gran poeta moderno. La de alguien que no quiere 'estilo sino honradez', una valiosísima ambición. Un propósito magnífico, admirable”, manifestó el Rey, quien recordó también que ha sido el primer venezolano en ganar el Cervantes. No era para menos según describió su poesía: “De imágenes, o más bien percepciones, intuiciones, está hecha su poesía; una obra cuya densidad, valor y trascendencia enriquece la lengua, nutre la tradición y renueva nuestra literatura”, señaló el Rey. 


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