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La sombra del fraude académico sobre la candidatura en Venezuela de Benjamín Rausseo “Er Conde del Guácharo”


Por Luz Elizondo
El Condumio | Opinión

La política venezolana está llena de sorpresas y contradicciones. En medio de una grave crisis económica y social, el comediante Benjamín Rausseo, más conocido por su personaje “Er Conde del Guácharo”, ha anunciado su candidatura para las elecciones primarias de la oposición, que se celebrarán el próximo 22 de octubre para seleccionar al rival del chavismo en las presidenciales de 2024.

Rausseo no es un novato en estas lides. Ya se postuló como candidato a las elecciones presidenciales de 2006, en las que esperaba vencer al entonces mandatario Hugo Chávez, quien resultó reelegido en la contienda. En aquella ocasión, Rausseo se presentó, sin éxito alguno, como una opción fresca, que prometía acabar con la polarización y el enfrentamiento entre los venezolanos.

Sin embargo,  el humorista estuvo marcado por la polémica, años atrás, en torno a su título de bachiller, luego que se señalara que el documento era supuestamente falso. Al momento de tratar de graduarse de abogado, se aseguró que el título de bachiller de Rausseo no era auténtico. Algunos creen que la amistad de Rausseo con Umberto Petricca y Vittorio De Stefano, entonces socios y propietarios de la Universidad Santa María, donde estudiaba el humorista, pudo haber hecho posible que le concedieran el título de estudios superiores.

Según se informó en medios venezolanos en 2007, el expediente estudiantil del famoso humorista fue objeto de unas investigaciones que habrían revelado que al inscribirse en la Universidad Santa María, en Caracas, para estudiar derecho, entregó una documentación supuestamente ilegal.

Se dijo que tanto las notas certificadas como el título de bachiller en humanidades eran falsos, lo cual, de ser cierto, lo habría hecho cometer el grave delito de fraude, castigado por las leyes venezolanas con prisión.

Ante esa comprometedora y delicada situación, las autoridades universitarias tenían el deber de impedirle su participación en el acto de graduación y anular, asimismo, todos los créditos obtenidos durante los cinco años en los que cursó la carrera.

En 2007 sorprendía que "Er Conde del Guácharo" ya tuviera un título profesional: el de dramaturgo, el cual también debía quedar invalidado, pues para certificarse en ese oficio en Venezuela, es necesario ser bachiller.

No se conoce bien qué sucedió con el título de bachiller de Rausseo, si tuvo que cursar nuevamente la carrera universitaria de derecho o cómo logró autenticar el documento. Lo cierto es que Rausseo logró graduarse de abogado y ahora asegura contar con una maestría.

Ahora bien, ¿qué tan serio es el candidato Rausseo? ¿Qué propuestas tiene para resolver los graves problemas que aquejan al país? ¿Qué credibilidad tiene ante los electores? ¿Qué respaldo tiene dentro de la oposición? ¿Qué posibilidades tiene de ganar las primarias y enfrentarse al chavismo?

Estas son algunas de las preguntas que deberían hacerse los venezolanos antes de apoyar a un candidato que se presenta como una alternativa diferente, pero que también arrastra un pasado cuestionable y una falta de claridad sobre sus planes de gobierno.

No se trata de descalificar a priori a Rausseo por su condición de comediante. La política necesita también de humor y creatividad. Pero tampoco se trata de caer en el engaño o la frivolidad. La política necesita también de seriedad y responsabilidad.

Los venezolanos merecen oportunidades, un gobierno que les garantice salud, educación, empleo, seguridad personal y jurídica, para ser independientes y dueños de su propio destino. Para ello, necesitan elegir a candidatos que tengan la capacidad, la experiencia, la honestidad y la voluntad para liderar un cambio político.

No basta con hacer reír o criticar al Gobierno. Hay que tener propuestas concretas y viables para sacar al país del abismo en el que se encuentra. Hay que tener credenciales académicas y profesionales que respalden la formación y el conocimiento del candidato. Hay que tener una trayectoria ética y transparente que inspire confianza y respeto.

Rausseo tendrá que demostrar que cumple con esos requisitos si quiere ser tomado en serio por los venezolanos. De lo contrario, su candidatura podría ser vista como una burla o una distracción más en un escenario político ya bastante confuso y para muchos, decepcionante.


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