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Muere Silvio Berlusconi, el político que cambió Italia y el mundo con su populismo mediático y su vida de fiesta


El político italiano más influyente de finales del siglo XX y principios del XXI, Silvio Berlusconi, ha muerto este lunes a los 86 años en el Hospital San Raffaele de Milán. Los medios italianos informaron que la causa de su fallecimiento fue la leucemia que sufría desde hace tiempo. Berlusconi marcó un antes y un después en la política de su país y también en la internacional, al convertirse en el referente de los populistas de derecha de Europa y América. Lo que antes se llamaban Berlusconadas, hoy se llama populismo. Su vida pública fue una fiesta en la que sus votantes se sentían partícipes. Su machismo y su prepotencia fueron rasgos distintivos que le granjearon el apoyo de una parte del pueblo que le perdonó sus chistes, sus juergas, sus prostitutas e incluso sus ilegales relaciones con menores. Berlusconi encarnaba, para muchos, lo mejor y lo peor de Italia, un país magnífico en sus virtudes y en sus defectos.

"Uno debe hacer un chiste cada 10 o 15 minutos", decía Berlusconi, que se presentó como un hombre de negocios divertido y descarado, de centroderecha, que pactó con la derecha independentista del norte y la extrema derecha nacionalista del sur. Su triunfo electoral en 1994 coincidió con el fin de la Primera República, tras los escándalos de corrupción que salpicaron a toda la clase política tradicional italiana en el macroproceso conocido como Manos Limpias. La gente votó a Berlusconi no por su programa político, sino por su modo de vida. Les hizo creer que era uno de ellos o, mejor aún, que ellos podían ser como él. Poco importaron sus vínculos con algunos de los principales implicados en la trama de corrupción, como el socialista Bettino Craxi, sus conexiones con la mafia o sus turbios orígenes financieros. La gente votó haciendo zapping, porque votar a Berlusconi era votar a su televisión: Tele 5. Algo nuevo y divertido.

Berlusconi fue un visionario para los negocios. Empezó vendiendo aspiradoras puerta a puerta y luego se hizo millonario con el ladrillo en Milán, construyendo casas con jardines para las familias. Se dio cuenta de que todas las familias ponían una televisión en el salón y decidió romper el monopolio estatal de la RAI comprando una cadena local, Telemilano. Sus emisiones eran ilegales hasta que su amigo Craxi le permitió legalizarlas. Así nació Mediaset, un imperio europeo de la televisión de entretenimiento. Berlusconi entendió lo del pan y circo y lo proporcionó a través de una productora que comercializó el producto televisivo que cambió la historia: Gran Hermano. La realidad se convirtió en un espectáculo. Eso también es marca Berlusconi. "El público italiano no está formado solo por intelectuales. La media es un chico de secundaria que ni siquiera se sienta en el primer banco. Es a ellos a quienes debo hablar", afirmaba.

Berlusconi también invirtió en fútbol y compró el A.C. Milán en 1986, convirtiéndolo en un gran escaparate. Fichó a los mejores jugadores y ganó todos los títulos posibles. Quiso fichar también a Maradona y le ofreció al exmánager del astro argentino Guillermo Coppola un cheque en blanco y todo tipo de lujos por ser su amigo. "Usted cobra eso por ser el amigo de Maradona", le dijo Berlusconi según relató Coppola. Berlusconi siempre valoró mucho la amistad.

¿Qué se puede saber de una persona por sus amigos? Es difícil responder en el caso de Berlusconi, que tenía amigos por todas partes, gracias a su "generosidad y simpatía". El problema es que entre esos amigos parecía haber algunos mafiosos, como Totó Riina o Giuseppe Graviano, que afirmaron haberse reunido con él y haber recibido dinero suyo. Berlusconi fue condenado por pagar a la mafia siciliana, pero también por fraude fiscal, corrupción, prostitución y abuso de menores, escuchas telefónicas ilegales, malas prácticas laborales, evasión de impuestos... Sin embargo, siempre logró evitar la cárcel por apelaciones, prescripciones o indultos. Y lo más sorprendente es que nunca dejó de ser un referente político clave en Italia, al que todos los presidentes y primeros ministros consultaban sin importarles que fuera un pluricondenado. Él se defendía con humor: "En Palermo es difícil distinguir a la gente de bien de los mafiosos. Yo mismo, cada vez que voy, cualquier cara que veo me parece la de un mafioso".

Sus amigos políticos también fueron singulares. En plenas primaveras árabes, dijo que le unía una verdadera amistad con todos los dictadores de la zona, como Mubarak, Bouteflika, Gadafi o Ben Ali. Todos ellos acabaron derrocados. Su mayor aliado internacional fue el ruso Putin, al que llamó "un amigo real" y al que defendió incluso cuando sus misiles atacaban Ucrania. Berlusconi puso patas arriba la diplomacia italiana con sus ocurrencias. Dijo de Obama que "era joven, guapo y bronceado". De Macron que "era un chico guapo con una guapa mamá que lo lleva del brazo", refiriéndose a su esposa mayor que él. De Merkel se dice que habló de su "enorme culo", aunque él lo negó.

Las mujeres fueron una obsesión para Berlusconi. Se sentía irresistible y presumía de sus tácticas de playboy. Se enamoró de muchas mujeres, pero sobre todo de sí mismo. "No es un complejo de superioridad, es un hecho objetivo. Berlusconi tiene un calibre incomparable", decía hablando en tercera persona. Su apetito sexual fue su perdición política. Su mujer, Veronica Lario, le pidió el divorcio públicamente harta de sus infidelidades y mencionando a una menor llamada Noemi Letizia con la que se relacionaba. Ese fue el inicio del escándalo que le llevó a los tribunales por sus fiestas Bunga Bunga con prostitutas y menores como Ruby Robacorazones. Berlusconi se justificaba diciendo: "Soy incapaz de decir que no, por fortuna soy un hombre y no una mujer". Una parte de la sociedad italiana veía en él a un italiano exitoso y divertido. Frente al puritanismo intelectual de la izquierda, ellos preferían la frescura realista de un hombre que hablaba como ellos. "Berlusconi se folla a todas esas chicas en nombre de todos los italianos y esto lo deben agradecer porque para gobernar se necesita follar bien", dijo el polémico diputado Vittorio Sgarbi.

La ideología política y su gestión al frente del Gobierno son lo menos relevante de su figura. Su gran legado es un estilo de hacer política, más que su política en sí, donde no hizo nada especialmente novedoso. Practicó un liberalismo acorde a los tiempos y los mercados internacionales. Su propuesta encajó bien en una sociedad italiana emprendedora y acostumbrada a las subvenciones y los subsidios. Berlusconi bajó impuestos y aumentó la deuda pública al mismo tiempo. No tuvo reparos en burlarse del fascismo: "Mussolini no ha matado nunca a nadie; mandaba a los opositores de vacaciones fuera". O del terremoto de L’Aquila: "Los desplazados tienen medicinas y comida caliente; deben considerarlo como un fin de semana de acampada". Berlusconi fue el precursor del populismo mediático y político. Se erigió en un muro contra el comunismo y la extrema izquierda, un temor muy arraigado en la Italia democristiana desde el fin de la guerra. Consiguió ser un milanés querido y votado en el sur. En la última etapa de su carrera política, se convirtió además en defensor del europeísmo en frente a los euroescépticos y los soberanistas. Su último gran éxito fue el triunfo de su candidato, Mario Draghi, como primer ministro de Italia.

Berlusconi fue un hombre contradictorio. Se presentó como un antipolítico que acabó siendo el político más longevo de Italia. Se declaró liberal pero gobernó con los nacionalistas y los xenófobos. Se dijo europeísta pero se alió con Putin y Trump. Se consideró un hombre del pueblo pero vivió rodeado de lujos y privilegios. Se mostró como un defensor de la familia pero protagonizó escándalos sexuales. Se autoproclamó inocente pero acumuló condenas judiciales. Se creyó eterno pero no pudo evitar el paso del tiempo.

La muerte de Berlusconi cierra una era en la política italiana y europea. Su figura ha sido tan relevante como controvertida. Ha dejado una huella imborrable en la historia, la cultura y la sociedad de su país y del mundo. Ha sido admirado y odiado, amado y despreciado, alabado y criticado, pero nunca ignorado. Ha sido, sin duda, un personaje único e irrepetible.


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