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Juan Luis Cebrián destituido como presidente de honor de El País tras incumplir contrato de exclusividad


En un movimiento que ha resonado a través del conglomerado mediático español, Prisa Media ha oficializado la destitución de Juan Luis Cebrián en su distinguido rol como presidente de honor del periódico El País. Este cambio directivo es consecuencia directa de la implicación de Cebrián en actividades periodísticas con otra entidad, situación que ha sido calificada como contraria a los acuerdos previamente establecidos con la compañía.

Incumplimiento contractual sella el destino de Cebrián

El miércoles 3 de abril, en una junta llevada a cabo por la cúpula de Prisa Media, se tomó la decisión, de manera consensuada, de despojar a Cebrián de su título honorífico. La empresa, a través de un comunicado oficial, ha señalado que la acción de Cebrián "constituye un incumplimiento material de los términos del contrato de colaboración actualmente en vigor entre Juan Luis Cebrián y El País". La cláusula de exclusividad que figura en dicho contrato estipula que Cebrián no debería colaborar con otros medios de comunicación sin un aviso previo y consentimiento de Prisa Media, condiciones que, según el anuncio, no fueron respetadas.

Una relación exclusiva en entredicho

El pacto entre Juan Luis Cebrián y el grupo editorial establecía un vínculo de singularidad en las contribuciones del periodista, limitando su participación periodística únicamente al ámbito de Prisa Media. Sin embargo, el comunicado expone que la autorización requerida para ejercer colaboraciones externas "no fue solicitada ni comunicada en ningún momento por Cebrián". Este hecho marca una transgresión clara de los términos acordados, precipitando así la terminación de su posición de prestigio dentro del grupo.

La noticia de la separación de caminos entre Cebrián y Prisa Media ha circulado rápidamente, marcando un antes y un después en la relación laboral que durante años parecía inquebrantable. La compañía ha hecho patente su firme postura ante lo que considera una violación de la confianza y los compromisos contractuales, sentando un precedente en la gestión de sus colaboraciones editoriales. Es así que se cierra un capítulo en la historia de El País y se abre una interrogante sobre el futuro profesional de quien, hasta hace poco, ostentaba una posición privilegiada en el periódico.



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